Historia de la Parróquia de Lourdes

 

En el año 1958, el obispo diocesano Mons. Alberto Deane adquirió unos lotes en el barrio Ameghino. Los vecinos hicieron allí una gruta en honor a la Virgen de Lourdes. El 11 de febrero de ese año (al cumplirse el primer año de creación de la diócesis) anunció la creación de la primera parroquia de la diócesis de Villa María bajo la advocación de la Virgen de Lourdes como habían elegido los vecinos.

 

El 27 de setiembre de 1960, aniversario de la fundación de Villa María, Mons. Deane promulgó el decreto de creación de la parroquia “Ntra. Sra. de Lourdes” nombrando como primer párroco al Pbro. Mons. Jesús Abelardo Pedraza que asumió el 1 de octubre de ese año. De inmediato, feligreses y párroco, pusieron mano a la obra a la construcción del templo y la casa.

 

Desde sus inicios la Parroquia de Lourdes tuvo un perfil de compromiso social bien definido. En el año 1968 asume la parroquia el R.P. Ugo Salvatto que organiza un comedor para niños, un dispensario y un centro de distribución de ropa y calzado. Luego de muchos años de presencia del comedor en la parroquia en 1991 se agregan dos nuevos comedores, uno en el barrio San Nicolás y otro en el barrio que ahora se llama Felipe Botta. Así mismo se organiza el “Refugio del Peregrino” para acoger al que esté de paso sin alojamiento. En el año 1992 llegan las Hermanas Adoratrices.

 

En el año 1986 se comienzan las gestiones para la construcción de un salón de usos múltiples, que en 1993, pronto a su finalización, se convierte en el templo parroquial. El 2 de febrero de 2007 se inaugura el campanario.

 

En esta historia los fieles cristianos fueron construyendo una comunidad con identidad específica que fue asumiendo el rostro de diversas instituciones, algunas que perduran hasta hoy, otras que fueron cambiando y otras que han desaparecido. La parroquia es una porción de la Iglesia que vive en el corazón de una sociedad más amplia. Allí, la parroquia experimenta momentos de mucho gozo y de mucho dolor. Pero siempre la compañía del Buen Pastor que no deja de conducirnos hacia el corazón de Dios nuestro Padre.